Por naturaleza, el embarazo es un proceso muy complejo: en un periodo de unas 40 semanas, el cuerpo y el cerebro atraviesan innumerables fases de desarrollo y sientan las bases para un crecimiento sano.
Tras salir del útero al mundo exterior, los recién nacidos necesitan en primer lugar adaptarse a su nuevo entorno. La maduración de los reflejos básicos, como succionar y tragar, es de vital importancia.
Debido a la evolución de su desarrollo cognitivo, el bebé comprende cada vez mayor cantidad lenguaje verbal y empieza a progresar en sus habilidades comunicativas, como responder con gestos.
En este periodo se incluyen dos grandes hitos: el bebé puede dar sus primeros pasos con ayuda y empieza a decir sus primeras palabras. Esto le otorga una clara independencia que también puede observarse en otros ámbitos de la vida diaria.
En su primer cumpleaños, el niño avanza a la siguiente etapa de la primera infancia, caracterizada por un nivel de independencia aún mayor que hasta entonces. La capacidad de caminar y de participar en comunicaciones bidireccionales serán sus próximos grandes logros.