Siempre resulta mejor para el bebé que se traten los problemas digestivos como los cólicos, el estreñimiento, la diarrea, el reflujo y la regurgitación antes incluso de que se produzcan. Con una formación apropiada y una buena higiene, así como algunos ajustes a nivel nutricional, los problemas relacionados con el sistema digestivo se pueden reducir considerablemente, gracias a lo cual puede evitarse una intervención más seria.
Ver más…
Cuando un bebé padece problemas digestivos, las medidas naturales ofrecen alternativas de tratamientos suaves pero eficaces. Masajes en el abdomen, baños templados, ejercicio ligero (como jugar con el bebé) y la «posición del bebé volador» son un buen comienzo para aliviar el dolor. Para reaccionar a los problemas digestivos no solo en el momento concreto sino de forma más sostenible, la ciencia destaca una serie de soluciones naturales que favorecen eficazmente la digestión de los bebés, como los extractos herbales, las vitaminas, los probióticos y prebióticos, así como complementos relacionados con los lípidos, las proteínas y los hidratos de carbono.
Ver más…
Muchos estudios demuestran que una formación adecuada y unas buenas prácticas de higiene personal y del entorno están directamente relacionadas con la incidencia de infecciones, algunas de las cuales pueden dar como resultado trastornos como la diarrea (Aiello y Larson, 2002). En concreto, lavarse las manos correctamente, dar de comer con buenas condiciones de limpieza, cambiar los pañales con frecuencia, limpiar los juguetes, eliminar las heces correctamente y la higiene general del hogar contribuyen a evitar trastornos digestivos. Asimismo, es crucial informar a los padres acerca de posibles rutas de transmisión de las infecciones, al igual que de los comportamientos que podrían suponer un riesgo para la salud de los bebés o mejorar esta. Un ejemplo sencillo es cortar las uñas del bebé para evitar que se instalen en ellas gérmenes patógenos que se introducen en su boca al chuparse la mano. En cuanto al estreñimiento, se deben tener en cuenta medidas como la enseñanza del control de esfínteres y realizar deposiciones a diario (Koppen et al., 2015).
Otra medida preventiva para los problemas digestivos es el ajuste de la dieta de la madre que amamanta. Por ejemplo, prescindir de alimentos específicos que provoquen flatulencia puede ayudar a evitar problemas tanto para la madre como para el bebé. Aunque no existen pruebas científicas, alguno de los alimentos que las madres suelen identificar con dichos efectos son: las coles, legumbres como el guisante, las cebollas y el ajo. Además, se recomienda evitar frutas ácidas como la piña o el kiwi, que pueden provocar proctitis al bebé. Una ingesta adicional de fibra y líquidos por parte del bebé también podría ayudar a evitar el estreñimiento (Koppen et al., 2015).
Además, los padres deberían favorecer la creación de un ambiente relajado. Esto tiene un efecto positivo sobre el bebé y está vinculado a menor estrés y tensión (factores que podrían desencadenar problemas digestivos). Además, el tracto gastrointestinal de un bebé es muy pequeño y necesita adaptarse a cantidades crecientes de comida. Por lo tanto, los padres deberían dar porciones pequeñas pero con más frecuencia.
volver